Tras la II Guerra Mundial, los neofascistas no comprendieron esto, y en lugar de enfrentarse al capitalismo (el mayor enemigo del fascismo original antes de su derechización y su contaminación con ideas racistas) se dedicaron a atacar con saña al comunismo, que no es más que su efecto. Así se aliaron con el Imperio Yanki viéndolo como un mal menor ante la “bestia roja del marxismo”.
Rechazo rotundamente los fascismos históricos, por su carácter xenófobo y chauvinista (propio del positivismo ilustrado) y porque se derechizaron muy pronto, con el fin de hacerse con el poder y conservarlo. Y si los fascismos históricos se aliaron con la oligarquía, los neofascismos han pactado con el Imperio Americano-Sionista, que como todos sabemos, se dedicó a “reciclar” personajes procedentes de los fascismos (como el carnicero de Lyon Klaus Barbie, el príncipe italiano Junio Valerio Borghese o el propio Franco) para ponerlos a su servicio. En el mundo bipolar de la Guerra Fría los neofascismos no eran una Tercera Posición (como el peronismo o el nasserismo) ni formaban parte de los No Alineados (como la Yugoslavia titista) sino que trabajaban claramente bajo las directrices de la CIA con el pretexto de “lucha anticomunista”.
Hoy en día, con el comunismo derrotado, el Islam ocupa su puesto. Pero no el islam wahhabista-salafista de los saudíes, ese que ahorca herejes, corta cabezas y lapida sistemáticamente adúlteras. Ése es amigo del podrido occidente. El enemigo es el islam resistente (particularmente el chiíta) encarnado por Irán, Hezbollah en el Líbano y Hamas en Palestina. Al Qaeda es un invento de la CIA, una milonga para crédulos hipnotizados por las mass media. La Al Qaeda salafista (y saudí) de Bin Laden, los Taliban y esos extremistas (que no radicales) no tiene absolutamente nada que ver con los movimientos islámicos de resistencia antisionista en Oriente Medio, por mucho que el sistema se empecine en meterlos a todos en el mismo saco. Los saudíes, bajo las directrices de EEUU y el sionismo internacional, y con la complicidad de la propia UE, están introduciendo clérigos fundamentalistas wahhabitas en Europa, y madrassas en Bosnia y Albania; con el fin de que las masas asociemos todo lo musulmán automáticamente como algo perverso, antidemocrático y peligroso. Surgen así gente como Geert Wilders o los “identitarios”.
Luego está el tema de la inmigración. Igual que el comunismo, la inmigración masiva es uno de los efectos del capitalismo. No es el origen de la enfermedad, sino uno de sus síntomas. Los autodenominados “identitarios”, “patriotas” y demás, con la excusa de que “nos quitan el trabajo” o “nos hacen sentir extranjeros en nuestro propio país” se dedican a atacar a los inmigrantes que son al igual que ellos víctimas del sistema, víctimas de la globalización y carnaza para los empresarios sin escrúpulos que se enriquecen con el trabajo ajeno a base de especulación y usura.
La inmigración masiva genera xenofobia, animadversión hacia los recién llegados y confrontación entre los nativos y los extranjeros. Se crean entonces partidos como “Democracia Nacional” y “España 2000″ que ven a los inmigrantes como al enemigo directo, como a los responsables de los problemas sociales ocasionados; y no al sistema, no al empresariado explotador, no a los modernos traficantes de esclavos, que son quienes promocionan la injusticia. Esos partidos de la ultraderecha cerril y reaccionaria, que grita consignas como “inmigrante, maleante” o “Los españoles primero”, al olvidar la raíz del problema se convierten consciente o inconscientemente en aliados y valedores del sistema de explotación y globalización que promueve la inmigración masiva con fines puramente comerciales y materialistas (anulando las culturas autóctonas, destruyendo la idiosincrasia étnica de los pueblos y erradicando todo intento de resistencia, con la intención perversa de instaurar a escala planetaria el totalitarismo de la cultura-basura uniformizadora). El facherío patriopatético simpatiza así con el trío de las Azores, con la derechona neocon, con la política ultraliberal, y hasta con el estado de Israel (el MSR justificó la masacre de Gaza), recurriendo a las manidas pamplinas de que “Israel es la única democracia en Oriente Medio” y de que “nos defienden de los moros islamistas”.
He aquí la vanguardia intelectual de las juventudes identitario-putrióticas
Por otro lado están los integrantes de la ultraizquierda. Tan ciegos y enajenados como la ultraderecha (que identifica “lo Malo” con los inmigrantes, los “rojos” o los “moros”) éstos han anatematizado al “fascismo” como el responsable de todas las injusticias sobre la tierra. El fascismo fué una ideología socialista, nacionalista y anticapitalista surgida en Italia, que (en mi opinión) se corrompió al aliarse con la burguesía durante los años veinte, y más tarde con el Reich nazi racista. El fascismo original nunca se aplicó, y el fascismo histórico murió en 1945. Lo que vino despues, y que es comunmente catalogado como neofascismo, (Franco, Pinochet, junta argentina, coroneles griegos, Salazar, etc; así como los partidos “patrióticos” antes mencionados) no es más que un fraude reaccionario ultraderechista, anti-popular y opresor, aliado del sistema capitalista y del proceso devorador de los pueblos que es la globalización.
De ese modo los ultraizquierdistas ya sean progres o “antisistema” anarquistas, ven sus máximos enemigos en todo aquello que les parezca “fascista”, y por muy anticapitalistas que se consideren, siempre dirán que “el fascismo” (nunca aplicado, tergiversado y a día de hoy inexistente) es mucho peor, desviándose así de una lucha que podría ser productiva si se enfocara correctamente. De ese modo no resulta extraño que “antifas” con camisetas del Che vayan al Burger King y charlen allí sobre las “injusticias fascistas”; o que “patriotas” conversen sobre lo malos que son los moros mientras engullen un Big Mac y beben Coca-Cola. Anacronismos de ese calibre están a la orden del día, en una sociedad podrida, despolitizada, alienada y pasota como la nuestra. Así, mientras los descerebrados ultras de uno u otro bando, se pelean entre ellos, mientras los superpatriotas agreden a inmigrantes o a “rojos” y los antifas a todo aquel que le parece sospechoso de ser “facha”, el $i$tema sale ganando. Con su estulticia, su ignorancia y su estrechez de miras los fanáticos permiten que el sistema se perpetúe. Todo ello, claro está, promovido por la clase política y los medios de comunicación de masas.
Qué razón tenía el filósofo francés Alain de Benoist cuando, enfrentándose a los “identitarios” de la derechosa dijo aquello de que “Para la identidad europea es peor la apertura de un McDonalds que la de una mezquita”. El Imperio nos engulle paulatinamente. De nosotros depende tomar conciencia y resistir.
Adversario
FUENTE: http://adversariometapolitico.wordpress.com/2010/09/03/el-fraude-del-neofascismo/