miércoles, 22 de junio de 2011

NAZISMO SIONISTA


                            

El Sionismo y el Tercer Reich

 
A principios de 1935, un navío de pasajeros con rumbo al puerto de Haifa, en Palestina, dejaba el puerto alemán de Bremerhaven. En su popa llevaba escrito su nombre en letras hebreas, “Tel Aviv”, mientras una bandera con la esvástica nazi flameaba en el mástil. Y aunque la nave era propiedad de los sionistas, su capitán era un miembro del Partido Nacional Socialista Alemán. Muchos años después, un viajero a bordo la nave, revocó esta simbólica combinación como un “absurdo metafísico”. (1) Absurdo o no, ésta es sólo una ilustración de un capítulo poco conocido de la historia: La colaboración en un amplio rango entre el sionismo y el Tercer Reich de Hitler.
Propósitos Comunes
Durante años, pueblos de diferentes países se han enfrentado con la “cuestión judía”: es decir, ¿Cuál es el papel apropiado de los judíos en la sociedad no-judía? Durante los años treinta, los sionistas judíos y los alemanes nacional-socialistas compartieron una visión similar de cómo tratar con este confuso problema. Ellos estaban de acuerdo que los judíos y los alemanes eran de nacionalidades claramente diferentes y que los judíos no pertenecían a Alemania. Los judíos que viven por consiguiente en el Reich no debían ser considerados como “alemanes de fe judía”, sino como miembros de una comunidad nacional separada. El sionismo (nacionalismo judío) también implicaba una obligación de los judíos sionistas de reasentarse en Palestina, “la patria judía”.
Difícilmente podrían considerarse como sinceros sionistas y simultáneamente exigir iguales derechos en Alemania o en cualquier otro país “extranjero.”
Theodor Herzl (1860-1904), el fundador del sionismo moderno, sostuvo que el antisemitismo no es una aberración, sino una natural y completamente entendible respuesta del no-judío a la conducta y actitud extranjera judía. La única solución, él defendía, es que los judíos debían reconocer la realidad y vivir en un estado separado de su propiedad. “La Cuestión Judía existe en dondequiera que los judíos vivan en números notables”, escribió él en su trabajo más influyente, “El Estado Judío”.
“Donde no exista, es fundada por la llegada de judíos… creo que entiendo el antisemitismo, el cual es un fenómeno muy complejo. Considero este desarrollo como un judío, sin odio o miedo”. La Cuestión Judía, sostuvo él, no es social o religiosa. “Es una cuestión nacional. Para resolverla debemos, sobre todo, hacerla un problema político internacional… “Independientemente de su ciudadanía, insistió Herzl, los judíos no constituyen meramente una comunidad religiosa, sino una nacionalidad, un pueblo, un Volk (2). El sionismo, escribió Herzl, ofreció al mundo una bienvenida “solución final a la Cuestión Judía” (3).
Seis meses después de que Hitler llegara al poder, la Federación sionista de Alemania (por lejos el grupo sionista más grande de aquel país) emitió un detallado memorándum al nuevo gobierno que revisaba las relaciones judío-alemanas y formalmente ofrecía el apoyo sionista para “resolver” la molesta “cuestión Judía”. El primer paso sugerido, debía ser un franco reconocimiento de las fundamentales diferencias de nacionalidad (4)”.
“El sionismo no tiene ilusiones sobre la dificultad de la condición judía, la cual consiste, sobre todo, en un modelo ocupacional anormal y en la falla de una actitud intelectual y moral no arraigada en una propia tradición. El sionismo ha reconocido hace décadas que como resultado de las tendencias a la asimilación, síntomas de deterioro debían comenzar a aparecer….
El sionismo cree que el renacimiento de la vida nacional de un pueblo, el cual está ocurriendo ahora en Alemania a través del énfasis de su carácter cristiano y nacional, también debe suceder en el grupo nacional judío. Para las personas judías, también, el origen nacional, la religión, el destino común y un sentido de ser únicos, deben ser de decisiva importancia en la configuración de su existencia. Esto significa que el individualismo egoísta de la era liberal debe superarse y debe reemplazarse con un sentido de comunidad y de responsabilidad colectiva….
Creemos que precisamente es la nueva Alemania [Nacional Socialista] que puede, a través de una determinación audaz en el manejo de la cuestión judía, dar un paso decisivo hacia la superación del problema, el cual, en verdad, tendrá que ser tratado por la mayoría de los pueblos europeos…
Nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía mantiene una relación clara y sincera con el pueblo alemán y sus realidades nacional y racial. Precisamente porque no deseamos falsificar estos principios, porque nosotros también estamos contra el matrimonio mixto y estamos a favor de mantener la pureza del grupo judío y rechazamos cualquier trasgresión en el dominio cultural, nosotros – habiendo sido educados en el idioma y la cultura alemanes – podemos mostrar un interés en los trabajos y valores de la cultura alemana con admiración y simpatía interna…
Por sus prácticos objetivos, el sionismo espera ser capaz de ganar la colaboración incluso de un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos, porque al tratar con la cuestión judía no están envueltos los sentimentalismos sino un problema real cuya solución interesa a todas las personas y, en el actual momento, sobre todo a los alemanes…
La propaganda del Boicot- tal como se está llevando a cabo, actualmente, de muchas maneras contra Alemania – es en esencia no-sionista, porque el sionismo no quiere dar batalla sino convencer y construir…
No somos ciegos al hecho de que la Cuestión Judía existe y continuará existiendo. De la situación anormal de los judíos, resultan desventajas severas para ellos, pero también condiciones escasamente tolerables para otras personas.”
El diario de la Federación, el Jüdische Rundschau (“Jewish Review”), proclamó el mismo mensaje: “El sionismo reconoce la existencia de un problema judío y desea una solución constructiva y de largo alcance. Para este propósito, el sionismo desea obtener la ayuda de todos los pueblos, sea ésta en pro o anti-judía, porque en su opinión, estamos tratando aquí, más con un problema concreto que uno sentimental, la solución en la cual todos los pueblos están interesados” (5). Un joven Rabino de Berlín, Joachim Prinz, que más tarde se estableció en los Estados Unidos y se puso a la cabeza del Congreso Judío Norteamericano, escribió en su libro de 1934, Wir Juden (”Nosotros los judíos”), que la revolución Nacional Socialista en Alemania significó “Judaísmo para los judíos.” Él explicó: “Ningún subterfugio puede salvarnos ahora. En lugar de asimilación deseamos un nuevo concepto: el reconocimiento de la nación judía y de la raza judía. (6)
Colaboración activa
Sobre esta base de ideologías similares sobre etnicidad y nacionalismo, los nacional socialistas y sionistas trabajaron juntos para lo que cada grupo creía correspondía a su propio interés nacional. Como resultado, el gobierno de Hitler apoyó vigorosamente al sionismo y la emigración judía a Palestina desde 1933 hasta 1940-41, cuando el inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió una colaboración más extensa.
Así como el Tercer Reich se volvió más fuerte, muchos judíos alemanes, probablemente una mayoría, continuaron considerándose, a menudo con un considerable orgullo, primero como alemanes. Pocos eran los entusiastas de alzar sus raíces para comenzar una nueva vida en la lejana Palestina. No obstante, más y más judíos alemanes se convirtieron al sionismo durante este período. Hasta finales de 1938, el movimiento sionista floreció en Alemania bajo Hitler. La circulación del quincenal Jüdische Rundschau de la Federación Sionista creció enormemente. Se publicaron numerosos libros sionistas. “El trabajo sionista funcionaba perfecto” en Alemania durante esos años, hace notar la Enciclopedia Judaica. Una convención sionista llevada a cabo en Berlín en 1936 refleja “en su composición, la vigorosa vida partidaria de los sionistas alemanes.”(7)
Las SS fueron particularmente entusiastas en su apoyo al sionismo. Un informe interno de junio de 1936 de las SS insta al apoyo activo y de amplio rango al sionismo tanto por el gobierno y el Partido como la mejor manera de alentar la emigración de los judíos de Alemania a Palestina. Esto requeriría aumentar la auto estima judía. Escuelas judías, ligas de deportes judías, organizaciones culturales judías – resumiendo, todo aquello que alentara esta nueva conciencia y conocimiento de sí mismo – debe ser promovida, recomienda el informe (8). El funcionario de la SS, Leopold von Mildenstein y el funcionario de la Federación Sionista, Kurt Tuchler, recorrieron juntos Palestina durante seis meses para evaluar allí el desarrollo sionista. Basado en sus observaciones de primera mano, von Mildenstein escribió una serie de doce artículos ilustrados para el importante diario de Berlín, Der Angriff que apareció a finales de 1934 bajo el encabezado “Un Viaje Nazi a Palestina”. La serie expresaba gran admiración por el espíritu pionero y los logros de los colonos judíos.
“El auto-desarrollo sionista,” escribió von Mildenstein, “ha producido un nuevo tipo de judío.” Él alabó al sionismo como un gran beneficio para el pueblo judío y para el mundo entero. “Una patria judía en Palestina”, escribió en su artículo final, “apunta a la forma de curar una herida de largos siglos en el cuerpo del mundo: la cuestión judía”. Der Angriff emitió una medalla especial, con una Esvástica en un lado y una Estrella de David en el otro, para conmemorar la visita conjunta SS-Sionista.
Unos meses después de que los artículos aparecieron, von Mildenstein fue promovido para dirigir el Departamento de Asuntos Judíos del Servicio de Seguridad de las SS con el objeto de apoyar la emigración sionista y desarrollarla más eficazmente. (9)
El periódico oficial de la SS, Das Schwarze Korps, proclamó su apoyo al sionismo en la editorial de la primera página en mayo 1935: “Puede no ser lejano el tiempo en que Palestina podrá de nuevo recibir a sus hijos que han estado alejados de ella por más de mil años. Nuestros mejores deseos, junto con la buena voluntad oficial, van con ellos”. (10) Cuatro meses después, un artículo similar aparecía en el periódico de la SS: (11)
“El reconocimiento del Judaísmo como una comunidad racial basada en la sangre y no en la religión llevó al gobierno alemán a garantizar sin reservas la separación racial de su comunidad. El gobierno en sí mismo se encuentra en completo acuerdo con el gran movimiento espiritual dentro del Judaísmo, el llamado sionismo, con su reconocimiento de la solidaridad del Judaísmo alrededor del mundo y su rechazo a todas las nociones de asimilación. Sobre esta base, Alemania emprende medidas que jugarán ciertamente un papel significante en el futuro, en el manejo del problema judío alrededor del mundo.”
La principal línea naviera alemana comenzó el servicio directo de navíos de pasajeros desde Hamburgo a Haifa, Palestina, en octubre 1933, entregaba comida “estrictamente judía” (Kosher) en sus naves, bajo la vigilancia del rabinato de Hamburgo”. (12)
Con el apoyo oficial, los sionistas trabajaron sin descanso para “reeducar” a los judíos de Alemania. Tal como el historiador norteamericano, Francis Nicosia, lo puso en su estudio en 1985, ‘El Tercer Reich y la Cuestión Palestina’: “Los sionistas fueron alentados a llevar su mensaje a la comunidad judía, colectar dinero, mostrar películas sobre Palestina y, en general, educar a los judíos alemanes sobre Palestina. Hubo una considerable presión para enseñar a los judíos en Alemania a dejar de identificarse como alemanes para despertar en ellos una nueva identidad nacional judía.” (13)
En una entrevista después de la guerra, el ex dirigente máximo de la Federación Sionista de Alemania, Dr. Hans Friedenthal, resumió la situación: “La Gestapo hizo de todo en aquellos días para promover la emigración, particularmente a Palestina. Recibimos a menudo su ayuda cuando requeríamos algo de otras autoridades con respecto a la preparación para la emigración.” (14)
En el Congreso de septiembre de 1935 del Partido Nacional Socialista, el Reichstag adoptó las llamadas “leyes de Nuremberg” que prohibieron los matrimonios y las relaciones sexuales entre judíos y alemanes y, en efecto, proclamó a los judíos como una nacionalidad minoritaria extranjera. Después de unos días el sionista Jüdische Rundschau, en su editorial, dio la bienvenida a las nuevas medidas: (15) “Alemania… está de acuerdo en las demandas del Congreso Sionista Mundial cuando ha declarado a los judíos que viven ahora en Alemania como una minoría nacional. Una vez que los judíos han sido caratulados como una minoría nacional, es nuevamente posible establecer relaciones normales entre la nación alemana y el Judaísmo. Las nuevas leyes dan a la minoría judía en Alemania su propia vida cultural, su propia vida nacional. En el futuro podrá formar sus propias escuelas, su propio teatro y sus propias asociaciones deportivas. Resumiendo, podrá crear su propio futuro en todos los aspectos de vida nacional…
Alemania le ha dado a la minoría judía la oportunidad de vivir por sí misma y está ofreciendo la protección estatal para esta vida separada de la minoría judía: El proceso de crecimiento de la judería hacia una nación será por ello alentado y se hará una contribución al establecimiento de relaciones más tolerables entre las dos naciones.
Georg Kareski, jefe máximo, tanto de la Organización “Revisionista” del Estado sionista y de la Liga Cultural judía, y ex jefe máximo de la Comunidad Judía de Berlín, declaró en una entrevista con el diario Der Angriff de Berlín a finales de 1935: (16)
“Durante muchos años he considerado una completa separación de los asuntos culturales de los dos pueblos [judíos y alemanes] como pre-condición para vivir juntos sin conflictos… he apoyado tal separación por mucho tiempo, con tal de que sea basada en el respeto de las nacionalidades extranjeras. Las Leyes de Nuremberg… me parecen, aparte de sus provisiones legales, conformar completamente este deseo para una vida separada basada en el respeto mutuo… Esta interrupción del proceso de disolución en muchas comunidades judías, que se había promovido a través de los matrimonios mixtos, es por consiguiente, del punto de vista judío, completamente bienvenida.”
Líderes sionistas en otros países, se hicieron eco de estas visiones. Stephen S. Wise, Presidente del Congreso Judío Norteamericano y del Congreso Judío Mundial, dijo en una reunión en Nueva York en junio de 1938: “Yo no soy un ciudadano norteamericano de la fe judía, soy un judío… Hitler tenía razón en una cosa. Él llamó a las personas judías una raza y nosotros somos una raza.” (17) El especialista en asuntos judíos del Ministerio del Interior, Dr. Bernhard Lösener, expresó el apoyo al sionismo en un artículo que apareció en noviembre de1935 emitido por el oficialista Reichsverwaltungsblatt: (18)
“Si los judíos ya tuvieran su propio estado en que la mayoría de ellos pudiese asentarse, entonces la cuestión judía podría considerarse completamente resuelta hoy en día, también para los judíos mismos. La menor cantidad de oposición a las ideas que sustentan las Leyes de Nuremberg ha sido dada a conocer por los sionistas, porque ellos comprenden de una vez que estas leyes representan, también, la única solución correcta para las personas judías. Porque cada nación debe tener su propio Estado como expresión exterior de su particular nacionalidad.
En cooperación con las autoridades alemanas, los grupos sionistas organizaron una red de unos cuarenta campamentos y centros agrícolas a lo largo de Alemania en donde los posibles colonos serían entrenados para su nueva vida en Palestina. Aunque las Leyes de Nuremberg prohíbían a los judíos desplegar la bandera alemana, se garantizó específicamente a los judíos el derecho para desplegar el emblema judío azul y blanco. La bandera que sería, algún día, adoptada por Israel flameó en los campamentos y Centros sionistas en la Alemania de Hitler.(19)
El servicio de seguridad de Himmler cooperó con el Haganah, la organización militar sionista clandestina en Palestina. La agencia de la SS le pagó a Feivel Polkes, oficial de Haganah, por información sobre la situación en Palestina y por la ayuda dirigiendo la emigración judía a ese país. Entretanto, el Haganah se mantuvo bien informado sobre los planes alemanes por un espía que logró incluso implantar en la oficina principal de la SS en Berlín.(20) La colaboración de Haganah-SS incluyó entregas secretas de armamento alemán a los colonos judíos para usarlas en choques con los Árabes Palestinos. (21)
Como consecuencia del “Kristallnacht”, estallidos de violencia y destrucción de noviembre 1938, la SS ayudó rápidamente a la organización sionista a levantarse y continuar su trabajo en Alemania, aunque, ahora, bajo una vigilancia más restringida. (22)
Reservas oficiales
El apoyo alemán al sionismo no fue ilimitado. El gobierno y funcionarios del Partido estaban muy atentos a la continua campaña de las poderosas comunidades judías en los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países para movilizar a “sus” gobiernos y ciudadanos judíos contra Alemania.
Mientras que la Judería mundial permaneciera implacablemente hostil hacia la Alemania Nacional Socialista, y mientras que la gran mayoría de judíos alrededor del mundo mostrara pocos deseos para asentarse en la “tierra prometida” sionista, un estado judío soberano en Palestina no resolvería realmente la cuestión judía internacional. En cambio, razonaron los funcionarios alemanes, fortalecería inmensamente esta peligrosa campaña anti-alemana. Por consiguiente, el apoyo alemán hacia el sionismo se limitó al apoyo a una patria judía en Palestina bajo control británico, no un estado judío soberano (23). Un estado judío en Palestina, informaba el Ministro de relaciones exteriores a los diplomáticos en junio de 1937, no estaría en el interés de Alemania porque no podría absorber a todos los judíos alrededor del mundo y sólo serviría como una base de poder adicional para la Judería internacional, de la misma manera como Moscú sirvió como base para el comunismo (24).
Reflejando algo de cambio en la política oficial, la prensa alemana expresó una mayor simpatía en 1937 con la resistencia Árabe Palestina a las ambiciones sionistas, en un momento en que las tensiones y los choques entre judíos y árabes en Palestina aumentaban progresivamente (25).
En una circular del boletín de la Oficina de Extranjería del 22 de junio de 1937, advirtió que a pesar del apoyo al reasentamiento de los judíos en Palestina, “sería, no obstante, un error asumir que Alemania apoye la formación de una estructura estatal en Palestina bajo alguna forma de control judío. En vista de la agitación anti-alemana de la Judería Internacional, Alemania no puede estar de acuerdo con que la formación de un estado Palestino judío ayudaría al desarrollo pacífico de las naciones del mundo (26)”. “La proclamación de un estado judío o una Palestina administrada por los judíos”, advirtió un memorándum interno de la sección de asuntos judíos de la SS, “crearía para Alemania un nuevo enemigo, uno que tendría una profunda influencia en los desarrollos del cercano Oriente”. Otra agencia de la SS predijo que un estado judío “trabajaría para otorgar protección especial como minoría a los judíos en cada país, dando por consiguiente protección legal a la actividad de explotación de la Judería mundial”. (27) En enero de 1939, el nuevo ministro del exterior de Hitler, Joachim von Ribbentrop, igualmente advirtió en otro boletín que “Alemania debe considerar como peligrosa la formación de un estado judío” porque “traería consigo un crecimiento internacional de poder a la Judería mundial”. (28)
El propio Hitler analizó totalmente este problema en forma personal a principios de 1938 y, a pesar de su duradero escepticismo por las ambiciones sionistas y presentimientos que sus políticas podrían contribuir a la formación de un estado judío, decidió apoyar aún más vigorosamente la migración judía a Palestina. La perspectiva de librar a Alemania de sus judíos, concluyó, pesaría más que los posibles peligros.(29)
Entretanto, el gobierno británico impuso incluso más drásticas restricciones a la inmigración judía en Palestina en 1937, 1938 y 1939.
En respuesta, el servicio de seguridad de la SS concluyó una alianza secreta con la agencia clandestina sionista, Mossad le-Aliya. Acordaron pasar ilegalmente de contrabando a los judíos a Palestina. Como resultado de esta intensiva colaboración, varios convoyes de naves tuvieron éxito en alcanzar Palestina, burlando las lanchas británicas. La migración judía, legal e ilegal, desde Alemania (incluso de Austria) a Palestina aumentó dramáticamente en 1938 y 1939. En octubre de 1939 estaba fijada la salida de otros 10,000 judíos, pero la erupción de la guerra en septiembre llevó a fin este esfuerzo. De todas maneras, las autoridades alemanas continuaron promoviendo indirectamente la emigración judía a Palestina durante 1940 y 1941. (30) Inclusive, hasta marzo de 1942, por lo menos un “kibbutz” sionista, campo de entrenamiento para emigrantes potenciales, continuó operando oficialmente autorizado en la Alemania de Hitler. (31)
El Acuerdo de Traslado (“Transfer”)
La pieza central de la cooperación alemana-sionista durante la era de Hitler fue el Acuerdo de Traslado, un pacto que permitió a decenas de miles de judíos alemanes emigrar a Palestina con su riqueza. El Acuerdo, también conocido como el Ha’avara (palabra hebrea para “traslado”), se llevó a cabo en agosto de 1933, como consecuencia de las conversaciones entre los funcionarios alemanes y Chaim Arlosoroff, Secretario Político de la Agencia judía, el centro Palestino de la Organización Sionista Mundial.
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A través de este raro acuerdo, cada judío comprometido a viajar a Palestina depositaba dinero en una cuenta especial en Alemania. El dinero era usado para comprar herramientas agrícolas, materiales de construcción, bombas de agua, fertilizantes, etc., de fabricación alemana, los cuales eran exportados a Palestina y vendidos allí por la compañía de propiedad judía Ha’avara en Tel-Aviv. El dinero de las ventas se le entregaba al emigrante judío a su llegada a Palestina en la misma cantidad correspondiente a su dinero depositado en Alemania. Los bienes alemanes entraron a raudales en Palestina a través del Ha’avara que fue complementado un corto tiempo después con un acuerdo de trueque por el cual se intercambiaron naranjas de Palestina por madera alemana, automóviles, maquinaria agrícola y otros bienes. El Acuerdo, entonces, sirvió al objetivo sionista de traer colonos judíos y capital de desarrollo a Palestina, mientras, simultáneamente, servía a la meta alemana de librar el país de un grupo extranjero no deseado.
Delegados al Congreso Sionista de Praga en 1933 debatieron vigorosamente los méritos del Acuerdo. Algunos temieron que el pacto minara el boicot económico judío internacional contra Alemania. Pero los funcionarios sionistas tranquilizaron al Congreso. Sam Cohen, una figura importante detrás del acuerdo de Ha’avara, enfatizó que el Acuerdo no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Ruppin, un especialista en emigración de la Organización Sionista que había ayudado a negociar el pacto, apuntó a que “el Acuerdo de Traslado de ninguna forma interfería con el movimiento del boicot, ya que ningún dinero fresco fluiría hacia Alemania como resultado del acuerdo… (33) El Congreso Sionista que se llevó a cabo en Suiza en 1935, aprobó el pacto abrumadoramente. En 1936, la Agencia judía (“gobierno sombra” sionista en Palestina) tomó el control directo del Ha’avara, el cual funcionó en efecto, hasta que la Segunda Guerra Mundial forzó su abandono.
Algunos funcionarios alemanes se opusieron al acuerdo. El Cónsul General de Alemania en Jerusalén, Hans Döhle, por ejemplo, criticó en gran forma y en varias ocasiones el Acuerdo durante 1937. Él señaló el costo que significaría para el comercio exterior de Alemania si los productos exportados a Palestina a través del acuerdo serían vendidos en otra parte. El monopolio de Ha’avara en la venta de los bienes alemanes a Palestina a través de una agencia judía encolerizó naturalmente a los hombres de negocios tanto alemanes como árabes. El apoyo oficial alemán al sionismo podría llevar a una pérdida de mercados alemanes a lo largo del mundo árabe. El gobierno británico también notó el acuerdo. (34) Un boletín interno de la Oficina Exterior alemana de junio de 1937 se refirió a los “sacrificios del intercambio exterior” que resultaban de la Ha’avara (35).
Un memorándum interno de diciembre 1937 emitido por el Ministerio del Interior alemán revisó el impacto del Acuerdo de Traslado: “No hay ninguna duda de que el arreglo de Ha’avara ha contribuido muy significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. El Acuerdo no sólo proporcionó grandes sumas de dinero (¡desde Alemania!), sino también el grupo más inteligente de inmigrantes, y finalmente llevó allí las máquinas y los productos industriales esenciales para su desarrollo.” La ventaja principal del pacto, informaba el memorándum, era la emigración de grandes números de judíos a Palestina, el territorio-objetivo más deseable de acuerdo a los intereses de Alemania de aquel momento. Pero el documento también hacía notar las importantes desventajas señaladas por el Cónsul Döhle y otros funcionarios. De acuerdo a lo que indicaba, el Ministerio del Interior había llegado a la conclusión de que las desventajas del acuerdo pesaban ahora más que las ventajas y que, por consiguiente, debía darse por terminado.(36)
Sólo un hombre podría resolver la controversia. Hitler analizó la política personalmente en julio y septiembre de 1937 y nuevamente en enero de 1938 y cada vez decidió mantener el acuerdo de la Ha’avara. La meta de sacar a los judíos de Alemania, concluyó él, justificaba las desventajas.(37)
El Ministerio de Economía del Reich ayudó a organizar otra empresa para el traslado, la Agencia de Comercio Internacional e Inversión, o INTRIA (International Trade and Investment Agency), a través de la cual los judíos en países extranjeros podrían ayudar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina. Se canalizaron eventualmente casi $900,000 a través del Intria a los judíos alemanes en Palestina.(38) Otros países europeos, deseosos de alentar la emigración judía, concluyeron acuerdos con los sionistas siguiendo el modelo de Ha’avara. En 1937, Polonia autorizó la fundación de la Empresa de Transferencia Halifin (palabra hebrea para “intercambio”). A finales del verano de 1939, Checoslovaquia, Rumania, Hungría e Italia habían firmado acuerdos similares. La erupción de guerra en septiembre de 1939, sin embargo, previno la aplicación en gran escala de estos acuerdos. (39)
Los logros de Ha’avara
Entre 1933 y 1941, unos 60,000 judíos alemanes emigraron a Palestina a través de Ha’avara y otros acuerdos alemán-sionistas, o aproximadamente el diez por ciento de la población judía de Alemania en 1933. (Estos judíos alemanes constituyeron aproximadamente el 15 por ciento de la población judía de Palestina en 1939.) Algunos emigrantes de Ha’avara transfirieron su considerable riqueza personal de Alemania a Palestina. Como el historiador judío Edwin Black lo ha notado: “Muchas de estas personas, sobre todo a fines de los años 30, recibieron el permiso para transferir verdaderas réplicas de sus casas y fábricas – de hecho, aproximadas réplicas de su existencia misma”. (40) La cantidad total transferida desde Alemania a Palestina a través del Ha’avara entre agosto de 1933 y a fines de 1939 fue de 8.1 millones de libras o 139.57 millones de marcos alemanes (entonces equivalente a más de $40 millones de dólares). Esta cantidad incluyó 33.9 millones de marcos alemanas ($13.8 millón de dólares) entregados por el Reichsbank en conexión con el acuerdo. (41)
El historiador Black ha estimado que un adicional de $70 millones de dólares pueden haber fluido a Palestina a través del corolario de acuerdos comerciales alemanes y las transacciones bancarias internacionales especiales. Los fondos alemanes tuvieron un gran impacto en un territorio tan subdesarrollado como Palestina lo estaba en los años treinta, señaló él.
Varias de las mayores empresas industriales fueron construidas con capitales de Alemania, incluyendo la empresa de aguas Mekoroth y la empresa textil Lodzia. “La afluencia de los bienes y capital de Ha’avara, concluye Black, produjo una explosión económica en la Palestina judía” y fue “un factor indispensable en la creación del Estado de Israel”. (42) El acuerdo de Ha’avara contribuyó grandemente al desarrollo judío en Palestina y así, indirectamente, a la fundación del Estado israelita. Una circular del boletín de enero de 1939 del Ministerio del Exterior alemán informó, con algún presentimiento que “el traslado de la propiedad judía fuera de Alemania [a través del acuerdo de Ha’avara] contribuyó en no poca magnitud a la construcción de un Estado judío en Palestina”. (43) Ex funcionarios de la compañía Ha’avara en Palestina confirmaron esta visión en un estudio detallado del Acuerdo de Traslado publicado en 1972: “La actividad económica resultante de la entrada de capitales alemanes y las transferencias de Ha’avara a los sectores privados y públicos fueron importantísimas para el desarrollo del país. Muchas industrias y empresas comerciales nuevas establecidas en la Palestina judía y numerosas compañías que son enormemente importantes incluso hoy en la economía del Estado de Israel deben su existencia al Ha’avara”. (44)
El Dr. Ludwig Pinner, funcionario de la Compañía Ha’avara en Tel Aviv durante los años treinta, comentó después que la excepcional competencia de los inmigrantes de Ha’avara contribuyeron” “decididamente al desarrollo económico, social, cultural y educativo de la comunidad judía de Palestina.” (45)
El Acuerdo del Traslado es el ejemplo más elocuente de la cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de este pacto, el Tercer Reich de Hitler hizo más que cualquier otro gobierno durante los años treinta para apoyar el desarrollo judío en Palestina.
Sionistas ofrecen una alianza militar a Hitler
A principios de Enero de 1941, una pequeña pero importante organización sionista entregó una propuesta formal a los diplomáticos alemanes en Beirut para una alianza político-militar con la Alemania en guerra. La oferta fue hecha por organización radical secreta “Luchadores para la Liberación de Israel”, más conocida como el clan Lehi o Stern. Su líder, Avraham Stern, había roto recientemente con los radicales nacionalistas “Organización Nacional Militar” (irgun Zvai Leumi, NMO por sus siglas en inglés) por la actitud del grupo hacia Gran Bretaña, la cual había prohibido eficazmente el asentamiento de judíos en Palestina. Stern consideraba a Bretaña como el enemigo principal del sionismo.
Vale la pena citar en cierta medida esta notable propuesta sionista “para la solución de la cuestión judía en Europa y la participación activa del NMO [Lehi o Stern] en la guerra como aliado de Alemania”(46):
“En sus discursos y declaraciones, los principales estadistas de la Alemania Nacional Socialista han enfatizado a menudo que un Nuevo Orden en Europa requiere como requisito previo, una solución radical de la cuestión judía mediante la evacuación. (”Europa libre de Judíos”)
La evacuación masiva de judíos de Europa es una condición previa para resolver la cuestión judía. Sin embargo, la única manera que esto puede ser totalmente logrado es a través del asentamiento de estas masas en la patria del pueblo Judío, Palestina, y por el establecimiento de un estado judío en sus límites históricos.
La meta de la actividad política y los años de lucha del Movimiento de liberación de Palestina, la Organización Militar Nacional en Palestina (Irgun Zvai Leumi), busca resolver el problema judío de esta manera y así liberar completamente al pueblo judío para siempre.
El NMO, que está muy familiarizado con los buenos deseos del gobie
rno del Reich alemán y sus oficiales hacia las actividades sionistas dentro de Alemania y el programa de la emigración sionista, deja ver que:
1. Intereses comunes pueden existir entre un Nuevo Orden europeo basado en el concepto alemán y las verdaderas aspiraciones nacionales del pueblo judío tal como las encarna el NMO.
2. La cooperación es posible entre la Nueva Alemania y una renovada Judería nacionalista [Hebr_ertum].
3. El establecimiento del Estado judío histórico sobre una base nacionalista y totalitaria y unida por tratados con el Reich alemán, estaría en el interés de mantener y fortalecer la futura posición alemana de poder en el Medio Oriente.
En base a estas consideraciones y en la condición de que el gobierno del Reich alemán reconoce las aspiraciones nacionales del Movimiento de Liberación de Israel arriba
expresado, el NMO en Palestina ofrece tomar parte activa en la guerra como aliado de Alemania.
Esta oferta del NMO incluiría actividades militares, políticas y de inteligencia dentro de Palestina y, después de ciertas medidas organizacionales, también fuera de Palestina. Junto con esto, los judíos de Europa serían militarmente entrenados y organizados en unidades militares bajo la dirección y orden de NMO. Ellos tomarían parte en operaciones de combate con el propósito de conquistar Palestina, si se formarse un frente como el propuesto.
La participación indirecta del Movimiento de Liberación de Israel en el Nuevo Orden de Europa, ya en la fase preparatoria, combinada con una solución radical-positiva de la cuestión judía europea en base a las aspiraciones nacionales del pueblo judío arriba expresadas, fortalecería en gran forma la fundación moral del Nuevo Orden a los ojos de toda la humanidad.
La cooperación del Movimiento de Liberación de Israel también sería consistente con un discurso reciente del Canciller del Reich alemán en que Hitler enfatizó que él utilizaría cualquier combinación y coalición con el fin de aislar y derrotar a Inglaterra.”
No hay ningún registro de respuesta alemana alguna a esta propuesta. La aceptación fue sin embargo muy improbable porque, por aquel tiempo, la política alemana era decididamente en pro de los árabes.(47) Notablemente, el grupo Stern buscó un pacto con el Tercer Reich en un momento en que las historias de que Hitler estaba decidido a exterminar a los judíos ya estaban en amplia circulación. Stern aparentemente o no creyó las historias o ellos estaban deseosos de colaborar con el mortal enemigo de su pueblo para ayudar a provocar la formación de un estado judío. (48) Un miembro importante del Lehi en el momento en que el grupo hizo esta oferta fue Yitzhak Shamir, quien más tarde sirvió como Ministro de Asuntos exteriores y luego, durante muchos de los años ochenta y hasta junio de 1992, como Primer Ministro del Estado de Israel. Como Jefe de Operaciones de Lehi, después de la muerte de Stern en 1942, Shamir organizó numerosos actos terroristas, incluyendo el asesinato del Ministro de Asuntos del Medio Oriente, en Noviembre de 1944, el británico Lord Moyne y la matanza del mediador de Naciones Unidas, el sueco Count Bernadotte.
Años después, cuando a Shamir se le preguntó por la oferta de 1941, él confirmó que estaba en conocimiento de la propuesta de alianza de su organización con Alemania en tiempos de guerra. (49)
Conclusión
A pesar de la básica hostilidad entre el régimen de Hitler y la Judería internacional, durante varios años los intereses del sionismo judío y de la Alemania Nacional Socialista coincidieron. Colaborando con los sionistas para una solución mutuamente deseable y humana a un complejo problema, el Tercer Reich estaba deseoso de hacer sacrificios en su comercio exterior, dañar las relaciones con Bretaña y encolerizar a los árabes. De hecho, durante los años treinta, ninguna nación hizo más para apoyar sustantivamente los objetivos judío-sionistas que la Alemania de Hitler.

por  Mark Weber(*)

Notas
1.W. Martini, “Hebr_isch unterm Hakenkreuz,” Die Welt (Hamburg), Jan. 10, 1975. Cited in: Klaus Polken, “The Secret Contacts: Zionism and Nazi Germany, 1933-1941,” Journal of Palestine Studies, Spring-Summer 1976, p. 65.
2.Quoted in: Ingrid Weckert, Feuerzeichen: Die “Reichskristallnacht” (Tübingen: Grabert, 1981), p. 212. See also: Th. Herzl, The Jewish State (New York: Herzl Press, 1970), pp. 33, 35, 36, and, Edwin Black, The Transfer Agreement (New York: Macmillan, 1984), p. 73.
3.Th. Herzl, “Der Kongress,” Welt, June 4, 1897. Reprinted in: Theodor Herzls zionistische Schriften (Leon Kellner, ed.), erster Teil, Berlin: Jüdischer Verlag, 1920, p. 190 (and p. 139).
4.Memo of June 21, 1933, in: L. Dawidowicz, A Holocaust Reader (New York: Behrman, 1976), pp. 150-155, and (in part) in: Francis R. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (Austin: Univ. of Texas, 1985), p. 42.; On Zionism in Germany before Hitler’s assumption of power, see: Donald L. Niewyk, The Jews in Weimar Germany (Baton Rouge: 1980), pp. 94-95, 126-131, 140-143.; F. Nicosia, Third Reich (Austin: 1985), pp. 1-15.
5.Jüdische Rundschau (Berlin), June 13, 1933. Quoted in: Heinz H_hne, The Order of the Death’s Head (New York: Ballantine, pb., 1971, 1984), pp. 376-377.
6.Heinz Höhne, The Order of the Death’s Head (Ballantine, 1971, 1984), p. 376.
7.”Berlin,” Encyclopaedia Judaica (New York and Jerusalem: 1971), Vol. 5, p. 648. For a look at one aspect of this “vigorous life,” see: J.-C. Horak, “Zionist Film Propaganda in Nazi Germany,” Historical Journal of Film, Radio and Television, Vol. 4, No. 1, 1984, pp. 49-58.
8.Francis R. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), pp. 54-55.; Karl A. Schleunes, The Twisted Road to Auschwitz (Urbana: Univ. of Illinois, 1970, 1990), pp. 178-181.
9.Jacob Boas, “A Nazi Travels to Palestine,” History Today (London), January 1980, pp. 33-38.
10.Facsimile reprint of front page of Das Schwarze Korps, May 15, 1935, in: Janusz Piekalkiewicz, Israels Langer Arm (Frankfurt: Goverts, 1975), pp. 66-67. Also quoted in: Heinz H_hne, The Order of the Death’s Head (Ballantine, 1971, 1984), p. 377. See also: Erich Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Munich: FZ-Verlag, 1988), p. 184.
11.Das Schwarze Korps, Sept. 26, 1935. Quoted in: F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), pp. 56-57.
12.Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), p. 83.
13.F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), p. 60.
See also: F. Nicosia, “The Yishuv and the Holocaust,” The Journal of Modern History (Chicago), Vol. 64, No. 3, Sept. 1992, pp. 533-540.
14.F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), p. 57.
15.Jüdische Rundschau, Sept. 17, 1935. Quoted in: Yitzhak Arad, with Y. Gutman and A. Margaliot, eds., Documents on the Holocaust (Jerusalem: Yad Vashem, 1981), pp. 82-83.
16.Der Angriff, Dec. 23, 1935, in: E. Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Munich: 1988), p. 148.; F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 56.; L. Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), p. 138.; A. Margaliot, “The Reaction…,” Yad Vashem Studies (Jerusalem), vol. 12, 1977, pp. 90-91.; On Kareski’s remarkable career, see: H. Levine, “A Jewish Collaborator in Nazi Germany,” Central European History (Atlanta), Sept. 1975, pp. 251-281.
17.”Dr. Wise Urges Jews to Declare Selves as Such,” New York Herald Tribune, June 13, 1938, p. 12.
18.F. Nicosia, The Third Reich (1985), p. 53.
19.Lucy Dawidowicz, The War Against the Jews, 1933-1945 (New York: Bantam, pb., 1976), pp. 253-254.; Max Nussbaum, “Zionism Under Hitler,” Congress Weekly (New York: American Jewish Congress), Sept. 11, 1942.; F. Nicosia, The Third Reich (1985), pp. 58-60, 217.; Edwin Black, The Transfer Agreement (1984), p. 175.
20.H. H_hne, The Order of the Death’s Head (Ballantine, pb., 1984), pp. 380-382.; K. Schleunes, Twisted Road (1970, 1990), p. 226.; Secret internal SS intelligence report about F. Polkes, June 17, 1937, in: John Mendelsohn, ed., The Holocaust (New York: Garland, 1982), vol. 5, pp.62-64.
21.F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 63-64, 105, 219-220.
22.F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 160.
23.This distinction is also implicit in the “Balfour Declaration” of November 1917, in which the British government expressed support for “a national home for the Jewish people” in Palestine, while carefully avoiding any mention of a Jewish state. Referring to the majority Arab population there, the Declaration went on to caution, “…it being clearly understood that nothing shall be done which may prejudice the civil and religious rights of existing non-Jewish communities in Palestine.” The complete text of the Declaration is reproduced in facsimile in: Robert John, Behind the Balfour Declaration (IHR, 1988), p. 32.
24.F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 121.
25.F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 124.
26.David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Bar-Ilan University, Israel, 1974), p. 300.; Also in: Documents on German Foreign Policy, Series D, Vol. 5. Doc. No. 564 or 567.
27.K. Schleunes, The Twisted Road (1970, 1990), p. 209.
28.Circular of January 25, 1939. Nuremberg document 3358-PS. International Military Tribunal, Trial of the Major War Criminals Before the International Military Tribunal (Nuremberg: 1947-1949), vol. 32, pp. 242-243. Nazi Conspiracy and Aggression (Washington, DC: 1946-1948), vol. 6, pp. 92-93.
29.F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 141-144.; On Hitler’s critical view of Zionism in Mein Kampf, see esp. Vol. 1, Chap. 11. Quoted in: Robert Wistrich, Hitler’s Apocalypse (London: 1985), p. 155.; See also: F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 26-28.; Hitler told his army adjutant in 1939 and again in 1941 that he had asked the British in 1937 about transferring all of Germany’s Jews to Palestine or Egypt. The British rejected the proposal, he said, because it would cause further disorder. See: H. v. Kotze, ed., Heeresadjutant bei Hitler (Stuttgart: 1974), pp.65, 95.
30.F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 156, 160-164, 166-167.; H. H_hne, The Order of the Death’s Head (Ballantine, pb., 1984), pp. 392- 394.; Jon and David Kimche, The Secret Roads (London: Secker and Warburg, 1955), pp. 39-43. See also: David Yisraeli, “The Third Reich and Palestine,” Middle Eastern Studies, October 1971, p. 347.; Bernard Wasserstein, Britain and the Jews of Europe, 1939-1945 (1979), pp. 43, 49, 52, 60.; T. Kelly, “Man who fooled Nazis,” Washington Times, April 28, 1987, pp. 1B, 4B. Based on interview with Willy Perl, author of The Holocaust Conspiracy.
31.Y. Arad, et al., eds., Documents On the Holocaust (1981), p. 155. (The training kibbutz was at Neuendorf, and may have functioned even after March 1942.)
32.On the Agreement in general, see: Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972).; David Yisraeli, “The Third Reich and the Transfer Agreement,” Journal of Contemporary History (London), No. 2, 1971, pp. 129-148.; “Haavara,” Encyclopaedia Judaica (1971), vol. 7, pp. 1012-1013.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (Austin: 1985), pp. 44-49.; Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews (New York: Holmes and Meier, 1985), pp. 140-141.; The Transfer Agreement, by Edwin Black, is detailed and useful. However, it contains numerous inaccuracies and wildly erroneous conclusions. See, for example, the review by Richard S.Levy in Commentary, Sept. 1984, pp. 68-71.
33.E. Black, The Transfer Agreement (1984), pp. 328, 337.
34.On opposition to the Haavara in official German circles, see: W.Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (1972), pp. 31-33.;D. Yisraeli, “The Third Reich,” Journal of Contemporary History, 1971, pp.136-139.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question, pp.126-139.; I. Weckert, Feuerzeichen (1981), pp. 226-227.; Rolf Vogel, Ein Stempel hat gefehlt (Munich: Droemer Knaur, 1977), pp. 110 ff.
35.W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer (1972), p. 31. Entire text in: David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Israel: 1974), pp. 298-300.
36.Interior Ministry internal memo (signed by State Secretary W.Stuckart), Dec. 17, 1937, in: Helmut Eschwege, ed., Kennzeichen J (Berlin: 1966), pp. 132-136.
37.W. Feilchenfeld, et al, Haavara-Transfer (1972), p. 32.
38.E. Black, Transfer Agreement, pp. 376-377.
39.E. Black, Transfer Agreement (1984), pp. 376, 378.; F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 238-239 (n. 91).
40.E. Black, Transfer Agreement, p. 379.; F. Nicosia, Third Reich, pp.212, 255 (n. 66).
41.W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer, p. 75.; “Haavara,” Encyclopaedia Judaica, (1971), Vol. 7, p. 1013.
42.E. Black, Transfer Agreement, pp. 379, 373, 382.
43.Circular of January 25, 1939. Nuremberg document 3358-PS. International Military Tribunal, Trial of the Major War Criminals Before the International Military Tribunal (Nuremberg: 1947-1949), Vol. 32, pp. 242-243.
44.Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972). Quoted in: Ingrid Weckert, Feuerzeichen (Tübingen: Grabert, 1981), pp. 222-223.
45.W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (1972). Quoted in: I. Weckert, Feuerzeichen (1981), p. 224.
46.Original document in German Ausw_rtiges Amt Archiv, Bestand 47- 59, E 224152 and E 234155-58. (Photocopy in author’s possession).; Complete original German text published in: David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Israel: 1974), pp. 315-317. See also: Klaus Polkhen, “The Secret Contacts,” Journal of Palestine Studies, Spring-Summer 1976, pp. 78-80.; (At the time this offer was made, Stern’s Lehi group still regarded itself as the true Irgun/NMO.)
47.Arab nationalists opposed Britain, which then dominated much of the Arab world, including Egypt, Iraq and Palestine. Because Britain and Germany were at war, Germany cultivated Arab support. The leader of Palestine’s Arabs, the Grand Mufti of Jerusalem, Haj Amin el-Husseini, worked closely with Germany during the war years. After escaping from Palestine, he spoke to the Arab world over German radio and helped raise Muslim recruits in Bosnia for the Waffen SS.
48.Israel Shahak, “Yitzhak Shamir, Then and Now,” Middle East Policy (Washington, DC), Vol. 1, No. 1, (Whole No. 39), 1992, pp. 27-38.; Yehoshafat Harkabi, Israel’s Fateful Hour (New York: Harper and Row, 1988), pp. 213-214. Quoted in: Andrew J. Hurley, Israel and the New World Order (Santa Barbara, Calif.: 1991), pp. 93, 208-209.; Avishai Margalit, “The Violent Life of Yitzhak Shamir,” New York Review of Books, May 14, 1992, pp. 18-24.; Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), pp. 266-269.; L. Brenner, Jews in America Today (1986), pp. 175-177.; L. Brenner, “Yitzhak Shamir: On Hitler’s Side,” Arab Perspectives (League of Arab States), March 1984, pp. 11-13.
49.Avishai Margalit, “The Violent Life of Yitzhak Shamir,” New York Review of Books, May 14, 1992, pp. 18-24.; Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), pp. 266-269.; L. Brenner, Jews in America Today (1986), pp. 175-177.; L. Brenner, “Skeletons in Shamir’s Cupboard,” Middle East International, Sept. 30, 1983, pp. 15-16.; Sol Stern, L. Rapoport, “Israel’s Man of the Shadows,” Village Voice (New York), July 3, 1984, pp. 13 ff.
From The Journal of Historical Review, July-August 1993 (Vol. 13, No. 4), pages 29–37.
(*)Mark Weber estudió historia en la Universidad de Illinois (Chicago, EEUU), la Universidad de Munich, y las universidades dl Estado de Portland y de Indiana (M.A., 1977). En Marzo de 1988 testificó durante cunco días en la Corte del Distrito de Toronto como un reconocido testigo experto en la política sobre asuntos judíos de la Alemania en tiempos de guerra y el tema del Holocausto.